martes, 16 de octubre de 2007

Las tres edades y la muerte.

En mis años de estudiante en Madrid visitaba con cierta regularidad el Museo del Prado. En la sección de pintura flamenca, siempre me llamaba la atención un óleo del pintor alemán Hans Baldung.
Su título: Las tres edades y la muerte. Es mi cuadro. Tengo una cierta fijación con él.
La Muerte con su lanza quebrada que desde nuestro propio nacimiento nos toca y empieza a descontar el finito tiempo que tenemos. ¡Vanidad de vanidades, todo vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol? (Eclesiastés 1, 2-3).
Estamos en un contexto luterano; donde la fe es lo único que nos salva.
El recién nacido tocado. La joven asida por la edad senil, y ésta por la Parca que corta la vida.
El Eclesiastés es un libro complicado. Se le ha achacado una visión pesimista, escéptica y epicúrea de la existencia. Un nihilismo donde se relativiza todo esfuerzo humano y que puede conducir al absurdo y a entregarse al carpe diem.
En el óleo en un segundo plano (si se amplia la foto) vemos un paisaje infernal abajo; pero hay un atisbo para la esperanza, ya que el Crucificado se dibuja en los cielos y aparece el Sol que ilumina toda esta obscuridad y sin sentido.

jueves, 11 de octubre de 2007

12 de Octubre: Estos días azules y este sol de infancia.

Este 12 de Octubre celebramos nuestra fiesta nacional no sin controversias esenciales; porque básica es la divergencia sobre lo que somos, lo que hemos sido y lo que seremos. Los franceses son chauvinistas; nosotros parecemos empeñarnos en lo contrario. Nuestro sistema de libertades de 1978 permite -como no podía ser de otra forma- el desafecto crítico, porque considera que prima ante todo la libertad de la persona. Tal vez también sea Patria no sentir a la Patria o tal vez no sentirla ni entenderla de la misma forma. Existe una complejidad radical. Lo que es más grave es afear al prójimo su concepción. Estamos empeñados en imponer una visión sobre otra. Existe como una constante bipolar. Las dos Españas.
El 22 de enero de 1939 (ligero de equipaje) marcha hacia el exilio un hombre bueno que había conseguido sustraerse a esa orgía de sangre en aquel contexto feroz y cruel.
En la expresión de la que es su última foto en vida, se observa una faz descarnada y en particular un gran abatimiento y tristeza. Tiene 64 años y lleva consigo a su madre (Doña Ana) de 85 años que depende de él. El coche les deja en Gerona y apartir de aquí, estos dos ancianos tienen que pasar a pie la frontera. Cuando va a pagar un café en Francia se encuentra con que el poco dinero republicano que tienen no les vale. La primera noche la pasan en un furgón de un tren.
El Gobierno republicano les ofrece ayuda para instalarse en París, pero don Antonio no acepta; quizás viendo las privaciones e incomodidad de los miles de compatriotas con los que ha compartido travesía no lo cree debido. En Cotlliure son asistidos por la fraternidad de terceros, sabedores de la situación de completa indigencia en que se hallan.
En aquellas horas y días la aflicción por todo y por todos, únicamente se puede mitigar a través del refugio estético de la poesía.
Muere a los treinta días de haber iniciado esta diáspora y su madre le sobrevive apenas tres días más. Ambos no pueden resistir la pena. Sin embargo en el pliegue de uno de sus bolsillos se encuentran unos versos: Estos días azules y este sol de infancia. Una última mirada sin rencor a su entorno; donde es capaz de ver en el orden de la naturaleza un atisbo de esperanza frente al caos del espanto humano.
Siempre he tenido una predilección especial por un poema de su obra Campos de Castilla:

El mañana efímero
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de Maria,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de la Francia realista,
un poco al uso del París pagano,
y al estilo de la España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja, tahur, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la naúsea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Más otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.



Foto autorizada por http://www.jesusheredia.com/ Cielo incandescente

"Como la naúsea de un borracho ahito

de vino malo........"

Y he elegido a propósito la persona de don Antonio y este poema, para comprender a todos aquellos que les mueve una radical honradez en su visión distinta de la Patria. Porque al fin y al cabo vivimos en la misma casa y debemos evitar el "mañana estomagante...".





jueves, 4 de octubre de 2007

Mi Cabo de Gata

Mapa de Almería. Zona sudoeste o Levante sur.


La primera vez que fui al Cabo de Gata tendría unos diez años; recuerdo que no quería salir del agua y mis tatas tuvieron que subirse las faldas para sacarme. Menudo espectáculo. Yo creo que cosas así me han vuelto algo misógino. Ver dos fajas armadas con corchetes avanzando hacia ti es toda una declaración de guerra naval. Me llevé dos pescozones y dos pellizcos, que oigan ni la artesanía de las monjas hubiera podido superarlos (pues estas entrañables arpías eran clónicas y estereofónicas para todo).
Comoquiera que me enfadé bastante, me metí otra vez hasta donde no me pudieran asir; tal es así que casi estuve a punto de ahogarme por una mala corriente. Ellas fuera de sí como en un aquelarre. Yo que no sabía si era mejor quedarse sin fuerzas en el agua o que este par de nigrománticas terminaran de rematar la faena conmigo. De tan asustadas que estaban sólo me castigaron sin playa durante esa jornada y con la sentencia de que jamás me llevarían de excursión el resto de sus vidas (debían de padecer amnesia porque al domingo siguiente me volvieron a recoger). Seguía cabreado y claro no me resguardé del sol por no ponerme contiguo a mis guardianas. Resultado: me puse rojo como un cangrejo y me aburrí como una ostra.

Al caer la tarde volvimos a la capital (unos 30 kilómetros) en el Seat 600 naranja con aire acondicionado (a condición de que bajaras la ventanilla) y todo forrado de plástico, que en sustitución de las escobas voladoras se habían comprado estas brujas. Entonces me acuerdo de algo que me dejó impresionado y que me ha hecho retener para siempre esta jornada. Mi madre estaba muy inquieta; tuvo la intuición de que me había pasado algo. Casi a la misma hora que yo estuve a punto de ahogarme ella presintió que yo estaba en peligro.

Luego he llegado a otras intuiciones. La zona sin yo saberlo ha sido la patria chica de la línea paterna de mi madre. Mi bisabuelo trabajó en el propio Faro. Y yo, antes de saber nada de esto, siempre he sentido estos lugares como muy cercanos a pesar de no haber vivido nunca en ellos. Mi padre su último destino de maestro -desde donde se lo trajeron prácticamente moribundo- fue el Pozo de los Frailes (un pueblo en mitad del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar). Tengo la impresión que existen lugares que te advierten que tú tienes algo que ver con ellos la primera vez que los visitas. Esta zona me habla.

Entre la barriada del Cabo y el propio Cabo de Gata donde está la torre de señalización marítima habrá unos ocho kilómetros de ida (total 16 kilométros de marcha). Se emplea toda la jornada saliendo por la mañana desde el pueblo.

El camino es un llano entre el golfo de Almería y las propias Salinas. Hacia la mitad de la caminata nos encontramos la Iglesia abandonada de la Almadraba de Monteleva. El nombre le viene porque en esta zona del golfo era tradicional el paso de atunes. La otra industria hoy inactiva, a la que se debe la construcción de la Iglesia, es la de extracción de sal. La Unión Salinera Española a principios del siglo XX explotó este paraje. La minería de la sal, del hierro y del oro han labrado el paisaje de la provincia.

La Iglesia es un desafío vertical al llano. Impone entre tanta horizontalidad. Desde la muralla natural de la Sierra de Gata se aprecia menos; pero viniendo desde el pueblo es un hito que te hace la marcha infinita, ya que lo ves pero tienes la sensación de que no llegas.


Iglesia de la Almadraba de Monteleva. Agradezco a http://www.jesusheredia.com/ su autorización para publicar esta fotografía http://www.pbase.com/hergas/image/60141356 de su propiedad.


Lo duro es al final del primer sentido de 8 kilométros comenzar la subida por la Sierra de Gata hasta alcanzar la estribación del Cabo del mismo nombre. Desde alli vemos el litoral de levante. Este es el Oriente de Andalucía.
Almería es una Andalucía extraña; a medio camino entre Murcia y Granada. Antonio Gala la ha definido como la más bizantina. Hoy no queda nada de eso, claro. Como metáfora está bien. Bizancio nada menos que en época del gran Justiniano (551) ocupó todo el Sur peninsular. Se encontró toda una población hispanorromana que entonces no estaba compenetrada con los visigodos; gentes éstas que no hablaban latín, no eran católicos y despreciaban el comercio. Fue fácil la penetración frente a una nobleza visigoda que era vista por el patriciado hispanorromano como bárbaros. Pero tal presencia lo más que pudo prolongarse fue por estos lares hasta el 621.



El Faro en la estribación de la Sierra de Gata

Solidaridad con Birmania


"Desde que nacemos, dependemos de la bondad y protección de nuestros padres. Más adelante en la vida, cuando nos oprime la enfermedad y la vejez, volveremos a depender del altruismo de los demás, y ya que al inicio y al final de nuestra vida, necesitamos de la bondad del prójimo, ¿cómo es posible que en el transcurso de ella no seamos igualmente generosos?." Tenzin Gyatso. Dalai Lama XVI. Premio Nobel de la Paz 1989.

martes, 2 de octubre de 2007

Cambiamos el título del blog. Por el cambio.


Era Marzo de 1982 y el grupo de amigos del Colegio Mayor Juan Luis Vives de Madrid decidimos hacernos una foto para la posteridad. Siete meses después (Octubre) estrenamos Gobierno socialista. Conmocionados por el golpe de estado de 1981 y en plena disolución del mejor centro derecha que hemos tenido (UCD), albergábamos esperanzas en el cambio político para de una vez por todas afianzar la democracia. Yo hasta me contagié del momento político y de Filología Hispánica pasé a Derecho donde acabé con la cabeza bien cuadriculada.
Hasta voté socialista; seducido por dos de mis amigos y también en la idea de que debía salir un Gobierno democrático con mayoría absoluta. Ya lo oí de pequeño en una sacristía. Una madre le decía al Pater: Nuestros hijos se nos vuelven de izquierdas cuando van a la Universidad. Sinceramente; yo nunca fui de izquierdas formales, pero me ilusionó esa bocanada de aire fresco de 1982 frente al inmediato cuartelazo.
He cambiado el título del blog. He llegado a la conclusión de que no convenzo a nadie y que era un tanto ampuloso. Voy a ser más intimista. Me traicionó mi desmesura barroca andaluza.
Hasta como estoy de buen humor ante esta nueva etapa; voy a proponer un juego. Debéis adivinar quién es Dardo de la foto del grupo. No sé; tal vez hasta premie al que acierte el primero.