martes, 21 de octubre de 2008

Solución en tiempos de crisis: La casa por la ventana.

Si quieres vender losetas, invita a los albañiles a comer chuletas. (refrán andaluz).

Me perdonaréis por la tardanza en acudir por este rinconcito. Estoy desde hace un año dándole vueltas a hacer reformas en casa, pues desde 1989 he tocado solamente la fontanería que era de hierro y estaba como un colador. Lo sé; parece demasiado tiempo. Sin duda lo es. Pero es que me da una pereza superlativa tratar con albañiles y, en definitiva, mandarles. Soy un blando. El último, un rumano hijo de un alto cargo del Banco Nacional de Rumanía en tiempos Ceausescu, comoquiera que tenía la costumbre de abordarlo a primera hora de la mañana con mis suaves y jesuíticas indicaciones (ya que hacía yo todo lo posible porque no parecieran demasiado imperativas), me dijo en una ocasión que era demasiado "explícito" y "alemán" (esto último, no por imperativo, sino por cuadriculado). ¡Caramba con el compatriota de Drácula!. ¡¿Pero qué quiere este hombre, que no discutamos el presupuesto, ni su ejecución?!. Tuve que indicarle que pese a que él venga de un país donde alzaban el puño izquierdo; yo levanto el puño derecho para no soltar un duro más de lo necesario y de lo que no considero justo.
Y sin embargo desde que conocí a este cabal y honrado descendiente de los dacios, me animé a hacer más y más ejecuciones de obras. Sencillamente, trabaja bien, es competente, profesional, serio y con un precio asequible. Un botón de muestra: en la reforma de uno de los cuartos de baño me ha mejorado dos presupuestos de dos nativos penibéticos en cuatro mil y tres mil euros respectivamente. Y sigo desde entonces con él.
¡Qué queréis que os diga!. He visto, y padecido, a mucho ceporro nacional. El último que me instaló las ventanas lo hizo deprisa y con un defecto grave en un tragaluz. Lo llamé; me dió largas para subsanar. Empecé a investigarle. Resultó que no estaba dado de alta; pese a ello me había pasado toda una factura en regla (con su iva). Lo volví a telefonear. Le señalé que le "iba a meter un paquete que se iba a ir por la pata abajo" (me perdonaréis, pero uno también sabe participar del gracejo sureño). Me pidió perdón y vino. Me lo arregló todo. Me quiso devolver el iva fraudulento girado entre explicaciones algo dramáticas. ¡¡Y salió lo peor de mí, lo que siempre me ha perdido: mi vena sentimental a lo Elena Francis!!. Le perdoné a él y al iva. Ya me lo decía mi madre: "Hijo, eres tonto".
Y en estas estamos. Otro cuarto de baño; armarios a medida, toldo, ventanas, tragaluces, cortinas, muebles, y todavía me queda la cocina y las puertas, ¡¿y yo que sé?!. Me tendrá que felicitar el Gobierno, porque en estos tiempos de retraimiento, yo estoy en plan expansivo. Pero nuestro Sr. Presidente le pasa como a mi apreciado rumano: no le gusta que le discutan los presupuestos. ¡Si es que estos del puño izquierdo!. ¡Viva España, viva Rumanía!.